Ausente
Vi llegar desde el monte tres grandes embarcaciones, en ellas hombres muy bien uniformados y armados, quise pensar que vendrían en paz, pues en soles anteriores recibimos el ataque de tribus enemigas, por fortuna salimos vencedores. Al pisar tierra corrí a avisarle al Rey que unos “dioses” habían desembarcado en la isla adentrándose al imperio, esta información produjo una espontánea alegría en el Rey y en quienes estábamos ahí, el Rey propuso celebrar y darles la bienvenida como correspondía organizando una fiesta, fue entonces cuando vi reaccionar a un hombre, quien era la mano consejera del Rey, su nombre hoy ya no lo recuerdo, pero de aspecto malgastado y robusto, éste se acercó a nosotros y dirigiéndose al Rey dice: robusto, éste se acercó a nosotros y dirigiéndose al Rey dice: “Señor, tenga cuidado, quien nos asegura que son dioses y no enemigos, se habla del ataque que recibieron los Aztecas de parte de Alvarado, quien en una fiesta los embistió, no se fíe Señor, y nadie de